*Una tradición de la Huasteca para el mundo, donde docenas de personas encienden velas de cera para iluminar las calles y guiar al niño Jesús en su viaje a Galilea
Édgar Escamilla
Tuxpan, Ver.- En punto de las siete de la tarde del día siete de diciembre, las familias de los municipios de la Zona Norte de Veracruz salen al frente de sus domicilios, jardines y parques públicos a encender las velas de cera para iluminar el camino al Niño Perdido.
El Día del Niño Perdido es una tradición que se celebra en una amplia región del norte de Veracruz: Poza Rica, Coatzintla, Papantla, Tihuatlán, Cerro Azul y más recientemente en Xalapa.
Sin embargo, es en el puerto de Tuxpan donde tiene mayor arraigo. Inclusive un callejón lleva su nombre y es precisamente en este lugar donde se colocan las primeras velas.
La tradición del Día del Niño Perdido se conmemora cada 7 de diciembre y tiene sus antecedentes en el pasaje bíblico del evangelio de Lucas 2:39 al 52, en el que se relata el retorno de José, María y el niño Jesús a Galilea, en la época de Pascua, pero éste se había quedado en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. No fue sino hasta tres días después que lo encontraron al interior del templo.
La tradición como tal se remonta al siglo XVIII, durante la campaña evangelizadora de las comunidades indígenas en el norte de la entidad y se ha relacionado con el fraile Junípero de Serra, un franciscano que llegó a al puerto de Veracruz y que recorrió a pie todo el trayecto hasta la capital de la Nueva España.
Esta tradición a pesar de tener un antecedente religioso, sirve para que año con año las familias convivan y disfruten de un momento de armonía durante el encendido de las velas.
En el municipio porteño es también ya tradicional el desfile de carritos navideños, muchos de ellos elaborados por las propias familias, quienes se unen para caminar por las calles del centro de la ciudad.
En Poza Rica suelen reunirse en el parque Benito Juárez para colocar las velas en las guarniciones alrededor de este espacio. Lo mismo en el bulevar Adolfo Ruiz Cortines y en el camellón de la avenida 10.
En Papantla y Coatzintla, por la orografía propia de ambos municipios, las calles que suben los cerros lucen por varios minutos iluminadas por las velas.
Antes de que las luminarias del alumbrado público contaran con sistemas de autoencendido, los vecinos se reunían para encender las velas de cera, pero antes apagaban todas las lámparas y el cielo estrellado se conjugaba con las luces de las velitas.